Inicié mi formación como médico general en León, Guanajuato, en México. Justo al terminar, tuve la oportunidad de integrarme al equipo de dos cirujanos plásticos: uno con subespecialidad en cirugía maxilofacial en Corea, y otro enfocado en medicina regenerativa en el Hospital General Dr. Manuel Gea González. Gracias a ellos, descubrí mi pasión por la anatomía facial, participando en procedimientos quirúrgicos de alta complejidad como reconstrucción de mama, vaginoplastias, rejuvenecimiento vaginal y cirugías craneofaciales.

Dos años después, me mudé a Guadalajara para comenzar mi práctica como inyectora. Un año más tarde, me integré al equipo de un cirujano plástico del IMMAE, especializado en cirugía de rejuvenecimiento facial, donde participé exclusivamente en ritidectomías (lifting facial) —procedimientos tan demandantes como fascinantes.

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A lo largo de este camino, he colaborado en tres clínicas distintas enfocadas en rejuvenecimiento facial y corporal sin cirugía, lo que me ayudó a definir con claridad el enfoque que realmente buscaba: resultados naturales, imperceptibles y personalizados.

Así fue como me interese posteriormente en la medicina regenerativa y funcional enfocadas al rejuvenecimiento.